sábado, 5 de abril de 2014

EL PODER DE DIOS





El capítulo 11 de Juan, narra que cuando Lázaro se puso delicado de salud, sus hermanas Marta y María le mandaron el siguiente mensaje a Jesús: “Señor, tu querido amigo está enfermo”.
Cuando él lo recibió, dijo: “Esta enfermedad no terminará en muerte. Servirá para mostrar el poder de Dios y el poder que tengo yo, su Hijo”.
Jesús decidió quedarse dos días más en el lugar en el que se encontraba y regresar a Judea el tercer día. Al enterarse Marta de que Jesús había llegado, salió a recibirlo y le dijo: -Señor, si tú hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero a pesar de todo lo que ha pasado, Dios hará lo que tú le pidas. De eso estoy segura.
Jesús le contestó: -Tu hermano volverá a vivir. Yo soy el que da la vida y el que hace que los muertos vuelvan a vivir. Quien pone su confianza en mí, aunque muera, vivirá. Los que todavía viven y confían en mí, nunca morirán para siempre. ¿Puedes creer esto?
Marta le dijo: -Sí, Señor. Yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, que debía venir al mundo.
Después de decir esto, Marta llamó a María y le dijo en secreto: “El Maestro ha llegado y te llama”. Cuando ella llegó donde estaba Jesús, se arrodilló delante de él y le dijo: -Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Al ver Jesús que María y los judíos que habían ido con ella lloraban mucho, se sintió muy triste y tuvo compasión. Les preguntó: -¿Dónde sepultaron a Lázaro?
Ellos le dijeron: -Ven Señor; aquí está.
Jesús se puso a llorar,  y los judíos que estaban allí dijeron: “Se ve que Jesús amaba mucho a su amigo Lázaro”. Pero otros decían: “Jesús hizo que el ciego pudiera ver. También pudo haber hecho algo para que Lázaro no muriera”.
Todavía con lágrimas en los ojos, Jesús se acercó a la cueva y ordenó que quitaran la piedra que cubría la entrada. Pero Marta le dijo: -Señor, hace cuatro días que murió Lázaro. Seguramente ya huele mal.
Jesús le contestó: -¿No te dije que, si confías en mí, verás el poder de Dios?
La gente quitó la piedra de la entrada. Luego, Jesús miró al cielo y dijo: “Padre, te doy gracias porque me has escuchado”.
Después de que dijo esto, Jesús gritó: “¡Lázaro, sal de ahí!”. El salió de la cueva, totalmente envuelto en las vendas de lino con que lo habían sepultado. Su cara estaba envuelta con un pañuelo. Por eso Jesús les dijo a los que estaban allí: “Quítenle todas las vendas, y déjenlo libre”.
¿Qué milagro necesitas que Dios haga éste día en tu vida? ¿Qué crees haber perdido o tienes pocas posibilidades de recuperar? Recuerda que tienes a un Dios Todopoderoso que no conoce imposibles y que es el único que puede resucitar aquellos sueños que habías enterrado y que creías que no se harían realidad. ¿Tal vez es el diagnostico de una enfermedad terminal; el amor y la confianza entre tu pareja y tú; la relación y la comunicación con tus hijos; la esperanza de obtener libertad al encontrarte privado de ella o porque estás enfrentando una adicción que no eres capaz de dejar?
Sin importar el nombre de tu problema, te animo a recordar lo que Jesús le dijo a Marta: “-¿No te dije que, si confías en mí, verás el poder de Dios? Juan 11:40. Pídele a Dios que mueva esa piedra que te está impidiendo recibir tu milagro y cree que Él lo hará. No pongas tu confianza ni tu esperanza en las personas o en las circunstancias, ponlas en tu
Creador, en Aquel que nunca te fallará y que sabe qué es lo mejor para ti.
Solo Dios puede devolver vida a todo aquello que parecía estar muerto.

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