lunes, 30 de marzo de 2015

¿Eres tan insensible?


 
¿Te ha pasado que por incurrir varias veces en un acto equivocado, ya no te sientes culpable? Es como aquel niño que es retado cada día por su mamá, hasta que esos gritos se vuelven una rutina en su vida. O cuando su padre lo maltrata físicamente con un cinturón en cada oportunidad, hasta que deja de sentir el dolor y por lo tanto sigue cometiendo fechorías.
De igual forma, podemos volvernos insensibles al pecado, continuar con algo que a Dios no le agrada y después dejar de sentirnos mal porque sea vuelto normal en nuestras vidas. Lamentablemente, muchos vivimos una vida cristiana con el corazón duro ya que nos hemos olvidado lo que significa el arrepentimiento.
Por tanto, para que sean borrados sus pecados, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios, a fin de que vengan tiempos de descanso de parte del Señor. Hechos 3:19
Arrepentirse significa “cambiar tu mente.” La Biblia también nos dice que el verdadero arrepentimiento tendrá como resultado un cambio de conducta. La total definición bíblica del arrepentimiento, es cambiar de mentalidad, lo que resulta en un cambio de acciones y actitudes, dejar lo que está mal para empezar a caminar bien, sólo así estaremos cerca del Señor.
Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. Apocalipsis 2:4-5
Así como no puedes curar la herida solamente con un parche, sino que tienes que quitar la infección desde la raíz, así es necesario que elimines desde lo que origina todo aquello que ha sido causante de tu tropiezo. Posiblemente renunciar a amistades, una pareja o personas que ponen tu mirada en otros lados menos en el Señor, ya no frecuentar lugares que atrapan tu debilidad, dejar distracciones que te quitaban tiempos con Dios.
Tienes ahora un desafío, y es dejar a un lado la religión fría, la relación vacía que tienes con Dios. Examina de dónde has caído, arrepiéntete y vuelve a caminar con Dios. Levántate y comienza a dar los primeros pasos, estudiar tu biblia y orar. Ya no endurezcas tu corazón, se obediente mientras tengas la oportunidad.
¡Recuerda que no hay nada duro que Dios no pueda romper!

 
Shirley Chambi
      CVCLAVOZ

domingo, 29 de marzo de 2015

Intimos


 
Conocemos a Dios como el Creador del Universo, el Hacedor de milagros, el Todopoderoso, el Proveedor, el Eterno, el Omnipresente y los demás nombres que están escritos en la Biblia y por las cuales se revela a nosotros.
Entre todos estos nombres destaco uno en particular porque refleja mucha cercanía, confianza e intimidad hacia él. Es Abba Padre, que traducido es Papito. En la costumbre judía mostraba una relación íntima y cariñosa que un hijo tenía con su padre. Jesús se dirigía a Dios de esta forma y también como hijos suyos nos invita a acercarnos de la misma manera. 
En Romanos 8:16-17 nos dice: Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
Estos versículos reflejan una hermosa verdad para  nosotros porque nos da una apertura a una relación estrecha con nuestro Creador, a una intimidad especial y única, donde podemos mostrarnos tal cual somos, sin necesidad de protocolos. Contarle todo lo que nos pasó y nos pasa sin temor a ser juzgados, y expresarle lo que sentimos por él con palabras de amor y ternura. 
Es un privilegio que podemos disfrutarlo cada día cuando en oración nos acercamos a Él. 

¿Cómo es la relación que tienes con Dios, tu Padre Celestial? ¿Es formal, distante o has entendido la maravillosa posibilidad que posees, con libertad, de decirle palabras cariñosas, de expresarle tus más profundos secretos? 
En cada situación que nos encontremos recordemos siempre esta gran verdad “Él es nuestro Padre, nosotros somos sus hijos.”
 Claudia Carvajal
    CVCLAVOZ

sábado, 28 de marzo de 2015

Semilla no sembrada


 
Un agricultor se encontraba en plena época donde la siembra era oportuna, ya tenía todo listo, el terreno preparado, las semillas y todos los instrumentos que necesitaba para realizar su tarea. El día llegó, pero junto a él también  la visita inesperada de un amigo que lo distrajo tanto que no pudo realizar la siembra, entonces tuvo que retrasar el cultivo un día más. Sin embargo, la mañana siguiente, nuevamente recibió otra visita de un pariente que lo llevó al pueblo a celebrar su natalicio junto con otros amigos.
Cuando despertó, ya el tercer día, estuvo decidido a cumplir su trabajo, pero había dejado las semillas fuera del granero y los animales lo habían esparcido y devorado todo.
El agricultor se puso muy triste porque cuando pudo haber sembrado no lo hizo y cuando no debía haberse distraído lo hizo.
Cuántos nos identificamos con el agricultor, que teniendo que realizar tareas importantes dejamos que las distracciones se apoderen de nuestro tiempo y postergamos, e incluso, no realizamos nuestros deberes.
Como hijos de Dios, tenemos una semilla que esparcir, el evangelio de salvación, y esta tarea jamás podrá ser reemplazada por cualquier otra actividad “buena”, ya que es claro el mandato: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” Marcos 16:15
¿Qué nos hace falta para poder obedecer? El agricultor tenía todo listo, sólo tenía que esparcir la semilla, ¿lo harás, lo estás haciendo?
Josue Yrion en su libro “Heme aquí Señor, envíame a mi” dijo: “La evangelización y las misiones son prioridades en el corazón de Dios” siempre las distracciones tomarán el lugar de la prioridad para convertirla en algo secundario, sin importancia; ¡no permitas que eso pase!
No te quedes con lo mejor que te pasó en la vida, lo que cambió tu destino de muerte a vida eterna, seguro que muchos gozarán con Dios por tu obediencia.
 
Soraida Fuentes
      CVCLAVOZ

viernes, 27 de marzo de 2015

Seamos fieles hasta el final


 
Ví el video de 21 cristianos egipcios que fueron decapitados en Libia, ellos no negaron su fe, se mantuvieron firmes en su convicción de reconocer a Jesús como el único Señor y Salvador de sus vidas.
Ese mismo día escuché la historia de una pareja que lleva 60 años de casados. La esposa tiene alzheimer y por esa razón está internada recibiendo la atención que requiere. Desde que ella se encuentra en este centro, su esposo no ha dejado de cuidarla como se lo prometió en el altar. Va todos los días a visitarla, comparten juntos el desayuno, el almuerzo y la cena; él está atento a sus mínimos requerimientos y necesidades, a pesar de que ella no lo reconoce la mayor parte del tiempo.
Estos ejemplos de vida me conmovieron mucho pero a la vez me hicieron meditar en el verdadero significado de amar y ser fiel hasta la muerte; porque estas personas no se limitaron simplemente a hablar y convencer con palabras sino que dieron testimonio con su propia vida y demostraron con hechos a quien amaban y en quién creían.
Cuando una pareja se casa, se promete amor eterno y estar juntos en los buenos y malos momentos, en la adversidad, en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza. Cuando enfrentan tiempos difíciles y las cosas no van como ellos esperaban, no abandonan al ser amado sino que cumplen la promesa que se hicieron un día y permanecen fielmente juntos.
¿Nosotros como hijos de Dios no deberíamos amar a nuestro Señor también en todo tiempo? No sólo deberíamos ser agradecidos con Él y darle la gloria y la honra cuando estamos bien sino también cuando nuestra fe es probada por circunstancias que la mayoría de las veces no llegamos a entender pero que son necesarias para que demostremos si de verdad lo amamos y confiamos en Él, y que a pesar de que su respuesta sea totalmente contraria a la que anhelamos, de igual manera permaneceremos a su lado.
Pues a ustedes se les dio no solo el privilegio de confiar en Cristo sino también el privilegio de sufrir por él. Filipenses 1:29 (NTV)
Dejemos de ser personas que sólo se acercan a Dios cuando tienen problemas o necesitan algo, acudamos a Él cuando también nos sentimos felices por todo lo que nos permite tener. Cada día démosle gracias por su incomparable e infinito amor; por haber dado la vida de su único hijo, Jesús, para que nuestros pecados fueran perdonados y obtuviéramos la salvación a través del sacrificio que hizo en la cruz. Reconozcamos que si no fuera por su bondad, paciencia y misericordia hoy no tendríamos el privilegio de ser sus hijos y estar vivos. 
Dios bendice a los que soportan con paciencia las pruebas y las tentaciones, porque después de superarlas, recibirán la corona de vida que Dios ha prometido a quienes lo aman. Santiago 1:12 (NTV)
Demos la gloria y la honra a Dios por quien es Él no sólo por lo que recibimos de Él.
 
Brisna Bustamante
      CVCLAVOZ

jueves, 26 de marzo de 2015

El orden de los factores

 
Las matemáticas tienen varias leyes llamadas sentencias, todas ellas establecidas con el fin de darle a esta materia un uso universal.
Una de ellas es: “el orden de los factores no altera el producto final”, su base radica en la prueba matemática que dice que no importa cuántos números formen parte de una suma, todos pueden tener cualquier orden o pueden ser agrupados de cualquier forma, el resultado siempre será el mismo.
La ley del orden de factores puede llegar a ser usada en la vida diaria, incluso en situaciones comunes: al resolver un examen, no importa por donde comencemos, el fin siempre es intentar responder a todas las preguntas o también al arrinconar una habitación, al final debe quedar todo ordenado sin importar por donde comencemos.
Pero esta ley no es absoluta, tiene áreas en las cuales no puede ser aplicada. Cuando se trata de cifras cuyas operaciones matemáticas varían entre sumas, restas, multiplicaciones y divisiones, existe una gran posibilidad de obtener resultados diferentes o erróneos. En ese caso, sólo podremos resolver la operación si empezamos todo siguiendo un orden específico.
Usando la idea del orden de los factores, permíteme tomar un ejemplo de la biblia aplicable a nuestro diario vivir:
Éxodo 2:11-15, relata la historia de Moisés actuando por sí solo con el fin de liberar a su pueblo. Sin duda, él ya tenía la idea de lograr una independencia, de otra manera no habría tenido la audacia para matar a un soldado egipcio. Pero todo ese movimiento revolucionario se perdió casi de inmediato. Moisés terminó siendo un fugitivo escondido en la tierra de Madián.
Sin embargo, ese sueño que parecía olvidado vuelve a arder nuevamente al tener un encuentro personal con Dios. Éxodo 3, relata el llamamiento de Moisés y de ese punto en adelante, empieza tener éxito en cada paso que realizaba para liberar a su pueblo.
Al final, no solo obtuvieron la libertad, sino que presenciaron el despliegue más grande de poder de Dios que ninguna persona haya visto antes. Egipto quedó saqueado, todos sus soldados murieron, pero del pueblo de Dios no murió ninguno, sino que se fueron con oro y ropas finas.
¿Qué fue lo que ocurrió?
Moisés intentó hacer una revolución usando su propia fuerza y astucia, pronto ese intento fue frustrado y todo quedó en el olvido. Años más tarde, Dios sería quien incluiría Moisés en un plan para liberar a su pueblo. ¿Notaste lo que ocurrió?, El orden de los factores alteró el producto final.
Cuando nos ponemos a nosotros mismos primero, no importa si lo que buscamos es bueno o intentamos aportar al reino de los cielos, lo más probable es que todo salga mal. Pero cuando Dios es primero, siempre habrá una victoria esperando al final.
La Biblia está repleta de historias que hablan de personas ordinarias haciendo cosas extraordinarias, pero el éxito de todas esas hazañas tiene un común denominador: Dios siempre está involucrado dirigiendo la operación.
Hacer las cosas al estilo de Dios muchas veces implica tener paciencia, esperar antes de dar el siguiente paso, incluso renunciar a ciertas cosas. Pero el resultado siempre podrá ser mucho más grande que el que podremos obtener usando nuestras propias fuerzas.
Recuerda hacer todo al estilo de Dios y ponerlo siempre en primer lugar. Él te ayudará a establecer un orden en todos los factores (recursos materiales e intelectuales que tengas) y te guiará para obtener resultados exitosos.
“El Señor dice: Mis ojos están puestos en ti. Yo te daré instrucciones, te daré consejos, te enseñaré el camino que debes seguir.” Salmos 32:8 Versión Dios Habla Hoy. 
 Héctor Colque
   CVCLAVOZ

miércoles, 25 de marzo de 2015

Después de la lluvia


 
Cuentan que Francisco esperaba con entusiasmo el sábado porque su padre le había prometido ir a pescar si el tiempo era bueno.
Una prolongada sequía había secado los campos y jardines, pero aquel sábado por la mañana empezó a llover a cántaros y parecía que la lluvia duraría más de un día.
El muchacho, decepcionado, parecía inconsolable y se acercó a su padre, quien  estaba calentándose y leyendo un buen libro y le dijo:
    - ¿Cuándo será que las cosas se harán bien?Su padre trató de hacerle comprender cuánto necesitaban la lluvia, los campos secos, pero el muchacho insistió:
     - Sabiendo Dios que nosotros tenemos que ir a pescar hoy, podía haber enviado la lluvia otro día.Por la tarde mejoró el tiempo, volvió a salir el sol y su padre lo llevó cerca del lago. Quizás a causa de la reciente lluvia o por alguna otra razón que sólo los peces conocen, éstos mordieron los anzuelos con hambre y padre e hijo llegaron a casa con una buena cesta de pescado.
Aquella noche se le pidió a Francisco que diera las gracias antes de cenar. Después de repetir las palabras de costumbre añadió:
      - Señor, y si murmuré contra ti esta mañana perdóname, pues yo no puedo ver más allá de la nariz, como dice el maestro cuando no acertamos los problemas, pero tú sabes hacer las cosas mejor.Quizás los planes que tenías para tu vida no han estado saliendo como tú deseabas. Probablemente te has visto en la necesidad de postergar aquellas cosas que, bajo otras circunstancias, ya estarían terminadas. Pero Dios tiene otros planes para tu vida y ha mandado lluvia repentina a tu vida.
No desesperes ni te frustres si las cosas no están saliendo como tu querías, el que aún no hayas logrado algo no es síntoma de fracaso ni significa que Dios se ha olvidado de ti o que no escucha tus oraciones; por el contrario, en su infinita misericordia ha trazado un plan mejor para ti y cuando llegue el tiempo de cumplir tus metas, tu pesca será mayor de la que imaginabas.
“…Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente ha imaginado lo que Dios tiene preparado para quienes lo aman” 1 Corintios 2:9 (NTV)
Confía en que los planes de Dios para tu vida son perfectos porque te ama, quizás la lluvia que ha enviado no dure horas, ni tres días, ni unas pocas semanas, pero puedes estar seguro que este aguacero no sólo beneficiará los campos que tanto la necesitan, sino que cuando cese tu pesca será sorprendente.
 
Ana María Frege Issa
      CVCLAVOZ

martes, 24 de marzo de 2015

Tesoros del Corazón


 
¿Tienes cosas que guardas en el corazón y aún no las has compartido?
Un padre llegó a su trabajo y en su maletín encontró una bolsita que, al parecer, era de su niña de 8 años aproximadamente. En ella había un peine roto, una liga, una pelota, unas piedritas pequeñas; en fin, cosas que aparentemente ya no servían para nada y entonces las botó en el basurero de su trabajo.
Cuando volvió a casa, su hijita corriendo acudió a los brazos de su padre y le preguntó: -Papi, ¿Viste mi bolsita, la que te puse en la maleta? El Padre le preguntó el porqué y ella respondió: es que ahí están mis tesoros, cada una de esas cosas guarda una historia y son lo más preciado que tengo, olvidé ponerte la notita que decía “Papi, te amo y quiero compartir mi tesoro contigo”.
El padre, al ver esto, sintió que su corazón se partía en dos, no tenía ni idea de que su hija tenía tesoros. Así que corrió a buscar en la basura de la oficina para recuperarlos y así escuchar cada historia que contenía esa bolsita.
Muchos de nosotros tenemos cosas que atesoramos, cosas guardadas en el corazón y que no las hemos compartido con nadie, esperando tal vez que aparezca esa persona para poder compartirlas.
Y es que si hay alguien que valora mucho tus tesoros y a quien le importas por completo, es Dios.
Posiblemente vives encerrado en tu mundo y no abres tu corazón para compartir tus miedos, sueños, anhelos, historias guardadas. Él no solo está para ayudarte cuando estás mal o disciplinarte cuando estás en pecado, también es un Padre atento a escuchar todo lo que tu guardas, alguien dispuesto a reír contigo con cada anécdota que tienes y compartir momentos de alegría con cada historia que tú tengas. Dios quiere que lo consideres un Padre, un amigo, alguien en quien puedes confiar para lo que sea.
Comienza a compartir tus tesoros y todo lo que tengas en el corazón, sea bueno o  malo, vergonzoso o no. Dios ya conoce lo que tienes, pero quiere escuchar de ti lo que tienes para contar, Él también quiere escuchar tu voz.
“Señor, tú me examinas, tú me conoces. Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; aun a la distancia me lees el pensamiento. Mis trajines y descansos los conoces; todos mis caminos te son familiares. No me llega aún la palabra a la lengua cuando tú, Señor, ya la sabes toda.” Salmos 139:1-4 (NVI)
No pierdas el tiempo y comienza a compartir lo que tienes, Dios cuida mejor que nadie tus tesoros y todo lo que tienes en el corazón; hasta el menor detalle de tu vida lo toma en cuenta y valora.
 
Telma Céspedes
    CVCLAVOZ

lunes, 23 de marzo de 2015

Madre rescata a su Hijo de Ataque de cocodrilo

En un día caluroso de verano en el sur de Florida, un niño decidió ir a jugar en la laguna detrás de su casa. Salió corriendo por la puerta trasera, se tiró en el agua y nadaba feliz.
Su mamá desde la casa lo miraba por la ventana, y vio con horror lo que sucedía. Enseguida corrió hacia su hijo gritándole lo más fuerte que podía.
Oyéndole el niño se alarmó y miró nadando hacia su mamá. Pero fue demasiado tarde. Desde el muelle la mamá agarró al niño por sus brazos. Justo cuando el caimán le agarraba sus piernitas. La mujer jalaba determinada, con toda la fuerza de su corazón.
El cocodrilo era más fuerte, pero la mamá era mucho más apasionada y su amor no la abandonaba. Un señor que escuchó los gritos se apresuró hacia el lugar con una pistola y mató al cocodrilo. El niño sobrevivió y, aunque sus piernas sufrieron bastante, aún pudo llegar a caminar.
Cuando salió del trauma, un periodista le preguntó al niño si le quería enseñar las cicatrices de sus piernas. El niño levantó la colcha y se las mostró. Pero entonces, con gran orgullo se subió las mangas y dijo: “Pero las que usted debe de ver son estas”. Eran las marcas de las uñas de su mamá que habían presionado con fuerza. “Las tengo porque mamá no me soltó y me salvó la vida”.
Nosotros también tenemos cicatrices de un pasado doloroso. Algunas son causadas por nuestros errores, pero algunas son la huella de Dios que nos ha sostenido con fuerza para que no caigamos en las garras del mal.
Dios te bendiga siempre, y recuerda que si te ha dolido alguna vez el alma, es porque Dios, te ha agarrado demasiado fuerte para que no caigas.
Salmos 63:8 
Está mi alma apegada á ti: Tu diestra me ha sostenido.
Salmos 138:7
Si anduviere yo en medio de la angustia, tú me vivificarás: Contra la ira de mis enemigos extenderás tu mano, Y salvaráme tu diestra.
Salmos 139:7-10
¿Adónde me iré de tu espíritu? ¿Y adónde huiré de tu presencia? Si subiere á los cielos, allí estás tú: Y si en abismo hiciere mi estrado, he aquí allí tú estás.
Si tomare las alas del alba, Y habitare en el extremo de la mar,Aun allí me guiará tu mano, Y me asirá tu diestra.

domingo, 22 de marzo de 2015

No entiendo por qué fallé

 
Un dolor profundo y decepción  es lo que hay en el corazón de un hijo cuando le falla a su Padre. Siente que ya no hay perdón ni posibilidad alguna de restauración, siente que todo está perdido y que no hay esperanza. ¿Te sientes así?
“Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.” Romanos 7:15,19
En este  pasaje el apóstol Pablo reconoce que es el pecado que mora en nosotros el que nos lleva a caer una y otra vez, incluso exclamó: “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” Romanos 7:21.
Hay algo que debemos tener en cuenta los hijos de Dios y es que la naturaleza pecaminosa seguirá existiendo en nuestros cuerpos durante toda nuestra vida terrenal. No podemos pensar  que nunca  caeremos en  pecado  porque si pensamos así, con mucha facilidad, nos expondremos al mal y pecaremos. No debemos olvidar que  nuestro cuerpo está en  batalla, entre el Espíritu y la carne, desde el momento mismo en que recibimos a Cristo.
Si has vuelto a caer en pecado y piensas que no hay más perdón para ti, lee las palabras de Jesús: “Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete”. ¿Sabes lo que esto significa? Si esto lo instruye Jesús a los hombres, ¿puedes comprender la magnitud del perdón que Dios tiene para ti?Otra promesa dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” 1 Juan 1:9. Además, ten en cuenta lo que hace Jesús por ti.  “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.” 1 Juan 2:1
No te quedes ahí, ponte de pie y vuelve a Dios.  Él ha prometido su amor inagotable y  estar contigo cada día de tu vida. Si has tropezado  toma su mano extendida y levántate. Si te siente sucio, ve a Él y arrepiéntete porque está dispuesto a sacudir el polvo de tus vestiduras. Si te sientes indigno, recuerda que ningún ser humano es digno.  Si sientes que no puedes más, díselo a Jesús, Él te comprenderá y ayudará.
No puedo cerrar este devocional sin antes decirte que el pecado trae castigo de parte de Dios, si bien es cierto que eres salvo, también es verdad que puedes sufrir la disciplina del Padre, pues el Señor al que ama disciplina y azota a todo aquel que recibe por hijo, para que no sean condenados juntamente con el mundo.
¡Sigues siendo su hijo, acércate con confianza a tu Padre!
 Diego Jora
    CVCLAVOZ

viernes, 20 de marzo de 2015

¿Es el final?


 
“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen…” 2 Corintios 3:18 Versión Reina Valera 1960.
La Voyager es una sonda espacial robótica que fue lanzada desde Cabo Cañaveral el año 1977, con un único fin: fotografiar Júpiter y Saturno. 
La NASA quería aprovechar un evento sin precedentes que solo ocurre dentro de nuestro sistema solar cada 175 años: todos los planetas se alinearían en su trayectoria. Tal evento daría paso a una oportunidad de oro para que la sonda espacial, sea lanzada en línea recta alcanzando a fotografiar sus objetivos sin mayores esfuerzos para maniobrarla.
Gracias a ese suceso y a la astucia de un grupo de científicos, hoy en día tenemos las fotos más extraordinarias de los dos planetas más grandes conocidos por el hombre, incluyendo todas las lunas que los rodean.
Al recibir las imágenes, la NASA daba por terminada la misión y debido a la trayectoria con que fue lanzada la sonda espacial, la Voyager estaba destinada a perderse para siempre en el espacio. Sin embargo, ocurrió algo fascinante.
Aunque ya no encontraría en el espacio interestelar más planetas o satélites, encontró mucho que medir: partículas cargadas, campos magnéticos, rayos cósmicos, ondas de plasma. La supervivencia de la Voyager tan lejos del Sol representaba una oportunidad para el estudio de las condiciones en el espacio abierto.
En febrero de 1990, la sonda espacial dirigió su cámara hacia el interior de nuestro sistema solar y envió una serie de fotografías del sol y sus planetas, un mosaico fotografiado a seis mil millones de kilómetros, en el que la Tierra aparece como un punto del teclado de computadora, apenas visible dentro de un haz de luz gigantesco. La imagen, junto con la famosa fotografía del Planeta desde la luna, es una de las más famosas que hay.
Algo similar pasa en la vida del hombre, por ejemplo, uno anhela casarse y mira ese evento como un final, pero cuando lo alcanza solo se da cuenta que es el principio de una aventura y un reto aún mayor.
Por otro lado, una derrota en cualquier ámbito de nuestra vida, nos deja esa misma sensación de final. Nuestra mente entiende que todo ha terminado.
Los científicos que enviaron la Voyager, creyeron que después de obtener las fotografías que querían la misión acabaría, pero la trayectoria en la que fue lanzada la sonda espacial haría que su trabajo continúe.
La vida cristiana es algo similar, nunca llegará el día en ésta tierra en el que podamos decir: “llegué, misión cumplida” o “Es el final, todo se ha perdido”. Cada meta conseguida es solo el principio de otro reto aún mayor y cada derrota, es solo la oportunidad para empezar de nuevo.  
En triunfos o derrotas, Dios siempre tiene algo mayor por delante, porque uno de sus propósitos es que caminemos de gloria en gloria.
Héctor Colque
      CVCLAVOZ
 

jueves, 19 de marzo de 2015

Cuando Dios pelea por ti


Cuentan que un duque de Sajonia declaró la guerra a un obispo alemán. En aquel tiempo los obispos tenían recursos militares, así como nobleza secular. Pero éste era un buen obispo; uno de los pocos buenos en aquellos malos tiempos.
El duque envió un espía al palacio del obispo para informarse  de las fuerzas  que éste movilizaría en su contra. Cuando regresó, el espía fue ansiosamente interrogado por el duque.
    -   Pues señor, - respondió el hombre- el obispo no está haciendo ninguna  preparación para la guerra.
      -   ¿Cómo es posible? Replicó el  duque. ¿Qué ha dicho?
     -   Dice que su tarea es alimentar su rebaño, predicar la Palabra de Dios, visitar a los enfermos; y que en cuanto a la guerra, se la encomienda al Dios todo poderoso, porque “Jehová de los ejércitos” es más entendido en guerras que él.
     -   Si es así- declaró el duque reflexivamente- No voy a meterme en una guerra con este hombre. Es demasiado peligroso.Muchas veces olvidamos que Dios es quien pelea por nosotros;  nos estresamos y desesperamos pensando cómo venceremos, cuál será la mejor forma de hacerle frente al enemigo.
Hay personas que  llegana enfermarse, a perder el sueño y el apetito,  dañan sus relaciones interpersonales; toda su vida es un caos mientras intentan encontrar soluciones. Sin embargo, al igual que al pueblo de Israel, Dios nos dice que bajo esas circunstancias extremas estemos quietos.
“Pero Moisés les dijo: —No tengan miedo. Solo quédense quietos y observen cómo el Señor los rescatará hoy. Esos egipcios que ahora ven, jamás volverán a verlos. El Señor mismo peleará por ustedes. Solo quédense tranquilos”. Éxodo 14:13,14 (NTV)
Por muy difícil que sea, aunque las cosas parezcan ponerse cada vez peor y veas tus circunstancias como un enemigo gigante que está por terminar contigo, permanece quieto porque el Señor peleará por ti.
Cuando nos desesperamos, tendemos a hacer muchas cosas para “ayudar a Dios” y lo único que logramos es agotarnos y retardamos el milagro que Él tiene para nosotros.
Permanece quieto, sin importar el nombre que tenga tu enemigo (deuda, problemas familiares, falta de trabajo, problemas legales, enfermedad, etc.) porque cuando Dios pelea tus batallas puedes estar seguro que  verás su gloria.
Persevera fiel en lo que se te ha encomendado, sirve con toda diligencia y amor, ocúpate de las personas y cosas que Dios te ha confiado y deja que Él pelee por ti.
 Ana María Frege Issa 
        CVCLAVOZ

lunes, 16 de marzo de 2015

Necesito un favor


 
En varias oportunidades vi que, en algunos restaurantes, ingresaban personas necesitadas para pedir comida o limosna a los comensales. Muchas de esas veces la gente reaccionó molesta y manifestó su rechazo a estas personas, hasta el punto de lograr que los desalojen del lugar.
Es posible que tú no actúes de esa manera; sin embargo, cuando nos toca hacer favores en muchas ocasiones sentimos incomodidades o negamos el favor cuando podemos hacerlo.
Lo que debes preguntarte a ti mismo es: ¿Tengo el poder para hacerlo?
No te niegues a hacer el bien a quien es debido, Cuando tuvieres poder para hacerlo. Proverbios 3:27
La palabra de Dios nos manda a que si tenemos el “poder” para ayudar a los demás, lo hagamos. Es posible que te cueste aceptar esta verdad, que te cause cierta incomodidad, pero está escrita en la Biblia y no la podemos ignorar. Dios te ha bendecido con todo lo que posees ahora, todo lo que tenemos es un regalo de nuestro Padre en su infinita misericordia.
No digas a tu prójimo: Anda, y vuelve, y mañana te daré, cuando tienes contigo qué darle. Proverbios 3:28
Si un amigo o un hermano nos piden un favor es porque realmente lo necesitan y Dios nos enseña que debemos ayudarlos sin hacerlos esperar, cuando tenemos la potestad de hacerlo. ¿Alguna persona que te pidió un favor? ¿Tenías el poder para hacerlo? ¿Lo hiciste de la forma como Dios te pide?.
Querido amigo, si has estado fallando en esta lección de Dios es tiempo de cambiar. Recuerda que Dios siempre ha sido fiel con nosotros, sosteniéndonos en tiempos difíciles.
“…El que te corona de favores y misericordias.” Salmos 103:4
Shirley Chambi 
     CVCLAVOZ

domingo, 15 de marzo de 2015

¿Estás atento a su voz?

 
Para que uno cumpla con una tarea que le fue encomendada es imprescindible que haya escuchado perfectamente lo que se le pidió realizar, de otro modo, la misión no se ejecutaría como fue planificada.
Un mensaje puede entenderse claramente cuando el que está esperando recibirlo, escucha atentamente y dispone todo su ser para comprenderlo. Otros factores importantes son el ambiente y la distancia, porque el ruido y las interferencias son causantes de que el mensaje se pierda o se distorsione.
Eso fue lo que justamente hizo Abraham cuando Dios lo llamó para que dejara su tierra y fuera a otra que él le daría por herencia. Se fue sin saber a dónde iba pero confió en Él. Incluso cuando llegó a Canaán, la tierra que se le había prometido, vivió allí por fe, pues era como un extranjero que al principio se estableció en carpas.  
Esa actitud es la que todos deberíamos imitar, porque muchas veces estamos presentes en determinados lugares pero nuestra mente está ausente, y eso nos impide llegar a conocer la voluntad de Dios para nuestras vidas. Él todos los días nos escucha y nos habla, somos nosotros los que estamos muy ocupados y preocupados para escucharlo.
Cuando Dios no nos responde en el tiempo que esperamos, puede ser porque está esperando el mejor momento para hacerlo pero también este silencio debe ser una alerta que nos haga analizar qué cosas nos están impidiendo escuchar su voz. Identifica cuáles son los factores que te están impidiendo escucharlo, posiblemente son problemas familiares, una enfermedad, una deuda, la falta de trabajo, una adición o el estilo de vida tan acelerado que estás llevando. ¡Haz un alto en todas tus actividades diarias! Separa un tiempo y un lugar para conversar a solas con Dios, porque sólo de esa manera llegarás a conocerlo mejor y confiar en sus promesas, llegarás a tener una relación más íntima y personal con Él además de conocer los planes que tiene para tu vida.
Dios tiene distintas maneras de hablarte: usa a personas, circunstancias, canciones, videos, mensajes, etc. para expresarte su amor y darte dirección, pero eres tú el que debe estar atento y dispuesto a escuchar su voz y obedecerlo.
Muéstrame la senda correcta, oh  Señor; señálame el camino que debo seguir. Guíame con tu verdad y enséñame, porque tú eres el Dios que me salva. Todo el día pongo en ti mi esperanza. Salmo 25:4-5 (NTV)
 Brisna Bustamante 
     CVCLAVOZ

sábado, 14 de marzo de 2015

Te oye


 
Les responderé antes que me llamen. Cuando aún estén hablando de lo que necesiten, ¡me adelantaré y responderé a sus oraciones! Isaías 65:24 (NTV)
¿Tienes peticiones en tu corazón que estás aguardando la respuesta de Dios? Pienso que sí, todos tenemos un deseo, una necesidad o algo que aguardamos.
Muchas veces perdemos la paciencia y se va ahogando la esperanza y pensamos: ¿será que Dios se ha olvidado de mí? o no soy tan buena/o para que Dios conceda esta petición, o a Dios no le interesa mi necesidad pues está más ocupado en otros “santos”
Sin embargo,1 Juan 5:14 dice: “Y estamos seguros de que él nos oye cada vez que le pedimos algo que le agrada; y como sabemos que él nos oye cuando le hacemos nuestras peticiones, también sabemos que nos dará lo que le pedimos.” 1 Juan 5:14-15 (NTV) Entonces, podemos estar seguros que nuestra oración es oída por Dios, cuando es agradable a Él, esto lo podemos comprobar por medio de su palabra.
Debemos estar conscientes de que no siempre recibiremos respuesta inmediata, habrá situaciones que lleven tiempo, pero esto no es sinónimo de olvido de parte de Dios sino que hay algo mejor para ti.
Es muy importante tener paciencia y confiar en la sabiduría de Dios, también la seguridad de saber que somos escuchados nos dará fuerzas y paz.Salmos 18:6 (NTV) “Pero en mi angustia, clamé al Señor; sí, oré a mi Dios para pedirle ayuda. Él me oyó desde su santuario; mi clamor llegó a sus oídos.”
No te desanimes si no ves ahora el sol sólo porque las nubes lo cubren, él sigue ahí y no ha dejado de brillar, Dios también permanece ahí preparando tu bendición.
 Soraida Fuentes 
     CVCLAVOZ

jueves, 12 de marzo de 2015

Ser Feliz….

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Podés tener defectos, vivir ansioso y estar irritado algunas veces, pero no te olvides de que tu vida es la mayor empresa del mundo.  Solo vos podés evitar que ella vaya en decadencia.  Hay muchas personas que te precisan, admiran y te quieren.
Me gustaría que siempre recordaras que ser feliz no es tener un cielo sin tempestades, caminos sin
accidentes, trabajos sin cansancio, relaciones sin decepciones.
Ser feliz es encontrar fuerza en el perdón, esperanza en las batallas, seguridad en el palco del miedo, amor en los desencuentros.
Ser feliz no es solo valorizar la sonrisa, sino también reflexionar sobre la tristeza.
No es apenas conmemorar el suceso, sino aprender lecciones en los fracasos.
No es apenas tener alegría con los aplausos, sino encontrar alegría en el anonimato.
Ser feliz es reconocer que vale la pena vivir la vida, a pesar de todos los desafíos, incomprensiones y períodos de crisis.
Ser feliz no es una fatalidad del destino, sino una conquista de quien sabe viajar para dentro de su propio ser.
Ser feliz es dejar de ser víctima de los problemas y volverse un actor de la propia historia.
Es atravesar desiertos fuera de sí, mas ser capaz de encontrar un oasis en lo recóndito de nuestra alma.
Es agradecer a Dios cada mañana por el milagro de la vida.
Ser feliz es no tener miedo de los propios sentimientos.
Es saber hablar de uno mismo.
Es tener coraje para oír un “NO”.
Es tener seguridad para recibir una crítica, aunque sea injusta.
Es besar a los hijos, mimar a los padres y tener momentos poéticos con los amigos, aunque ellos nos hieran.
Ser feliz es dejar vivir a la criatura libre, alegre y simple que vive dentro de cada uno de nosotros.
Es tener madurez para decir “me equivoqué”.
Es tener la osadía para decir “perdóname”.
Es tener sensibilidad para expresar “te necesito”.
Es tener capacidad de decir “te amo”.
Deseo que tu vida se vuelva un jardín de oportunidades para ser feliz…  Que en tus primaveras seas amante de la alegría.  Que en tus inviernos seas amigo de la sabiduría.  Y, cuando te equivoques en el camino, comiences todo de nuevo.  Pues así serás cada vez más apasionado por la vida.

Y descubrirás que… Ser feliz no es tener una vida perfecta sino usar las lágrimas para regar la tolerancia.  Usar las pérdidas para refinar la paciencia.  Usar las fallas para esculpir la serenidad.  Usar el dolor para lapidar el placer.  Usar los obstáculos para abrir las ventanas de la inteligencia.
Jamás desistas.  Jamás desistas de las personas que amas.  Jamás desistas de ser feliz, pues la vida es un espectáculo imperdible.  ¡Y sos un ser humano especial!
Autor Desconocido.
La reflexión sobre la felicidad que alguien se inspiró a escribir, no deja de llevarnos a meditar sobre la simplicidad de lo que esta puede realmente ser.  Solemos pensar que para ser felices necesitamos que todas las cosas nos salgan bien o que no tengamos problemas con nadie más.
Pero la verdad es otra muy distinta.  Podemos ser felices aún cuando las circunstancias no sean las mejores porque, a final de cuentas, la felicidad es un estado o condición del alma que se reconoce bendecida por Dios y demuestra su contentamiento.  ¿Y qué de ustedes?  ¿Se atreverán a seguir el consejo del pensamiento de hoy?
Raúl Irigoyen
El pensamiento del Capellán

sábado, 7 de marzo de 2015

Si permaneces en Él



No he conocido a una persona que no haya tenido dificultades en su vida, muchas veces son inevitables y también son parte de nuestra existencia aquí en la tierra, incluso la misma Biblia nos advierte: “Les he dicho todo lo anterior para que en mí tengan paz. Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo.” Juan 16:33 (NTV)
¿Pero qué pasa cuando estamos en medio de una situación incierta y nuestra fe empieza a menguar? Corremos un gran riesgo, ya que no tener fe nubla nuestra visión espiritual, incitándonos a abandonar los caminos de Dios porque no vemos su ayuda.
Precisamente, Dios no hará lo que nosotros creemos que necesitamos, sino lo que será mucho mejor para cada uno de nosotros y lo que aportará a nuestra madurez espiritual para gozar en la eternidad.
Hay personas que llegaron a Dios y a medida que pasaba el tiempo experimentaron pruebas y eso fue motivo para abandonar la decisión que hicieron e incluso empeorando su condición, ¿qué pasó con ellos? Juan 15:5 dice: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” El que persiste a pesar de las penumbras verá y sentirá los frutos buenos.
Si estuvieres bajo cualquier circunstancia difícil ya sea que no tienes aún un empleo fijo o un ser querido partió, o lastimaron tu corazón, te animo a que permanezcas en Dios, aunque no veas la respuesta cercana, confía que Él está entretejiéndola bendición y que serás recompensado/a  por permanecer firme en la fe.
Examina tu corazón y pídele a Dios que te haga fuerte si estás débil en la fe.

 Soraida Fuentes
   CVCLAVOZ

domingo, 1 de marzo de 2015

A pesar de todo


Un niño de doce años, que miraba desde la ventana, se fijó en que sólo la boya (señal flotante que se coloca sobre el agua, sujetándola al fondo, para marcar un lugar, señalar un sitio peligroso o un objeto sumergido) flotaba serenamente en aquel turbulento mar y se mantenía en su lugar a pesar de los vientos fuertes.
El niño comentó con los demás que la boya era la única cosa que había allí afuera que parecía no tener miedo, porque aunque se hundía de vez en cuando, siempre volvía a subir sin daño y en el mismo lugar.
Entonces el papá les explicó que la boya se mantenía firme a pesar del viento fuerte porque estaba amarrada a un ancla en el fondo del mar.
Al igual que la boya, que, a pesar de los vientos y movimiento de las aguas, permanece en su lugar. Cuando nuestra confianza en Dios está anclada en Cristo, podemos enfrentar cualquier dificultad que se aproxime; sin temor; y con la paz que él nos da. Sean tiempos de sufrimiento, de desesperanza, junto  a él, podremos permanecer en pie.
El apóstol Pablo pasó por situaciones adversas, fue encarcelado, azotado, perseguido, por tan sólo predicar el evangelio, y sin embargo, su fe nunca menguó, al contrario, él decía: para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia. Pablo tenía la plena convicción de que debía vivir confiando  en el Señor a pesar de los impertinencias de la vida. Y tal era la paz que sentía pues sabía en quién había creído y en quién estaba puesta su fe.
Juan 16:33 también nos dice “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” Jesús nos enseña que las aflicciones son parte de la vida, que habrá tiempos de dolor pero que en esos momentos debemos confiar en Él y disfrutar de la paz que proviene de él.
Aunque estemos por desfallecer sigamos confiando porque no existe mayor bendición como la de una perfecta confianza en el Señor.
 
 Claudia Carvajal 
     CVCLAVOZ