martes, 30 de junio de 2015

Con la tormenta a tu favor


 
Puede ocurrir que cuando estamos en medio de la prueba o problema, la desesperación  nos haga caer o doblegar, y esto es porque no dejamos que suceda lo contrario; es decir, que la prueba nos haga más fuertes y más grandes.
En esos momentos deberíamos optar por hacer lo que hacen las águilas, algo muy interesante es que ellas sienten cuando se aproxima la tormenta y lo que hacen es subir a lo más alto de una montaña y dejan que los vientos de la tormenta las impulsen y la lleven por encima de la tormenta sin tener que sufrir las fuerzas y desastres que trae la tormenta.
Al igual que estas criaturas nosotros tenemos que comenzar a usar las pruebas y problemas que se presentan  a nuestro favor; Dios nos dio todo lo necesario para poder lograr salir airosos y por encima del problema.
“pero los que esperan en el Señor renovarán sus fuerzas; se remontarán con alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán.” Isaías 40:31 (RVR-1960)
Dios es quien te prepara y te pone al tanto de lo que va a suceder, nos advierte en su palabra que tendremos tribulaciones y pruebas, ese ya es un aviso; entonces es el momento en que nosotros debemos ir a lo más alto, a lo más lejano teniendo un tiempo intimo con Dios, un momento apartado para recabar fuerzas, sabiduría y así levantar vuelo sobre lo que se venga.
Una vez que la tormenta se haga presente nosotros no estaremos siendo abatidos por la situación sino que eso nos levantará mucho más, pues aprenderemos, reforzaremos nuestra fe y veremos la gloria de Dios sobre ese problema.
Hoy te animo a que tengas ese tiempo privado con Dios y te prepares para alzar vuelo, escoge el volar con Dios y ver tus problemas desde arriba, te aseguro que el resultado será muy bueno para ti.

Telma Céspedes
    CVCLAVOZ

lunes, 29 de junio de 2015

Seamos uno


 
La unidad es fundamental en las relaciones interpersonales de un grupo que sigue un mismo objetivo. En nuestro caso, todos los creyentes tenemos el mismo propósito y objetivo, glorificar a Dios con nuestras vidas cumpliendo sus propósitos.
La Biblia registra un importante suceso, la promesa de Jesús de enviar al Consolador se hizo realidad cuando creyentes se reunieron en un mismo sentir: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.” Hechos 2:1-4 La unidad puede alcanzar lo que el individualismo no lo haría.
Lamentablemente la unidad ha estado perdiendo fuerza, empezando en las familias donde los lazos afectivos se debilitan por afanes de la vida que no son enfrentados de manera correcta. También sucede lo mismo en los ministerios o iglesias, donde cristianos luchan solos por transformaciones en sus congregaciones quedando frustrados al no ver cambios.
No siempre estaremos de acuerdo con la actitud o el carácter de los demás, porque somos diferentes; sin embargo, podremos aceptar las diferencias y lidiar con ellas con buena disposición si consideramos que Dios nos llamó a estar ahí por alguna razón,  ya sea para moldear nuestro carácter, el de la otra persona o por otro motivo divino, pero  será para cumplir un propósito.
En Juan 17:21  dice: “Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.” A esto Charles Spurgeon dijo en uno de sus sermones: “… [Jesús] intercede por la unidad de los que son salvos, para que siendo salvos, puedan estar unidos. No basta con que cada oveja sea arrebatada de las fauces del lobo; Él quiere que todas las ovejas estén reunidas en un rebaño bajo su propio cuidado. No está satisfecho con que cada uno de los miembros de su cuerpo sean salvados como el resultado de su muerte; Él necesita que esos miembros sean conformados en un cuerpo glorioso.”
La unidad de los creyentes, así también de las familias, es esencial para que la sociedad sea impactada por Dios; busquemos ser sinceros y poner de nuestra parte para que siendo uno con Cristo, seamos uno con su pueblo.
Soraida Fuentes
     CVCLAVOZ

domingo, 28 de junio de 2015

Quiere destruirte


 
El ladrón viene solamente para robar, matar y destruir; pero yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Juan 10:10 (DHH)
Está claro que el único propósito de satanás es acabar con toda la creación de Dios, en especial contigo que has aceptado a Jesús como tu Señor y Salvador. Quiere terminar con tu vida física y espiritual. Robarte todo lo que Dios quiere que tengas: Salvación, vida nueva, comunión con Él por la eternidad, reino de los cielos para siempre y paz eterna.
Satanás es tu peor enemigo, te desprecia y quiere destruirte. Para eso buscará un punto débil para atacarte, desánimo en medio de la prueba, falta de sabiduría para resolver un problema y acusación por algún pecado que has cometido. Usará todos los medios posibles para que sigas en ese estado de comodidad, sin que busques a Dios como antes lo hacías, no habrá en ti dolor por las vidas que se pierden,  el amor a Dios y a tu prójimo cada vez será menor. Y lo peor es que creerás que estás bien. No te dejes engañar, satanás sólo quiere terminar con tu vida y mandarte al infierno.
Recuerda que fuiste creado a imagen y semejanza de Dios, con inteligencia, con razonamiento y con una persona interior que es inmortal, que se salvará o perderá; Dios te dio vida eterna y  abundante, te otorgó el derecho de ser Su hijo y  te libró del poder de satanás.Él dijo: “…yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” Juan 10:10
Analiza por un momento tu vida y toma conciencia de todo lo que estás haciendo. Pregúntate, ¿Es correcto todo lo que hago delante de Dios? ¿Le agrada a Jesús que viva de esta manera? ¿Busco con frecuencia Su ayuda para salir de mi problema? ¿Soy agradecido con lo que Dios me dio? ¿Le doy el primer lugar que se merece? ¿Realmente me esfuerzo por serle obediente?
“Oh Dios, examíname, reconoce mi corazón; ponme a prueba, reconoce mis pensamientos; mira si voy por el camino del mal, y guíame por el camino eterno.” Salmo 139:23-24 (DHH)
Dios es amor, no importa cuán equivocado estabas o qué pecado hayas cometido, si hoy tienes la oportunidad de acercarte a Él, ¡hazlo! Reconoce tus faltas y sé sincero con Él.
“En verdad, tú amas al corazón sincero, y en lo íntimo me has dado sabiduría. Purifícame con hisopo, y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve. Lléname de gozo y alegría; alégrame de nuevo, aunque me has quebrantado. Aleja de tu vista mis pecados y borra todas mis maldades. Oh Dios, ¡pon en mí un corazón limpio!, ¡dame un espíritu nuevo y fiel!” Salmo 51:6-10 (DHH)


  Diego Jora
      CVCLAVOZ

sábado, 27 de junio de 2015

Por nuestras acciones, nos conocerán

 
A un árbol se lo identifica por sus frutos y a nosotros por la manera en que nos comportamos. Así como un buen árbol no puede producir frutos malos y un árbol malo no puede producir frutos buenos, tampoco nosotros podemos seguir siendo las mismas personas y teniendo los mismos pensamientos y actitudes como quien no recibió a Jesús como nuestro Salvador; porque de ser así no estaríamos mostrando la obra que Él empezó en nosotros y que la va perfeccionando día a día.
Romanos 8:14 dice que sólo los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios, de modo que ya no podemos seguir siendo dominados por los deseos de nuestra carne, necesitamos mediante el poder del Espíritu, hacer morir cada día tales acciones, porque como Mateo 3:10 dice: “El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no produzca buen fruto será cortado y arrojado al fuego”.
Nadie quiere tener ese fin, pero depende de cada uno ya no seguir manifestando las obras de la carne, sino más bien reflejar el fruto del Espíritu que es: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza.
No crean ustedes que pueden engañar a Dios. Cada uno cosechará lo que haya sembrado. Si seguimos nuestros malos deseos, moriremos para siempre; pero si obedecemos al Espíritu, tendremos vida eterna Gálatas 6:7-8 (TLA)
¿Y tú qué tipo de frutos estás dando? Si aún sigues pensando, hablando, sintiendo, mirando y escuchando cosas que no edifican tu vida ni la de los demás, ya no lo sigas haciendo, no hay tiempo que perder, empieza hoy a tener otra actitud porque no tienes la seguridad de estar vivo mañana y porque a través tuyo muchos pueden llegar a querer tener a Jesús en sus vidas y experimentar el mismo cambio.
Sólo con la ayuda del Espíritu Santo es que podemos llegar a ser hombres y mujeres conforme al corazón de Dios, sabios, prudentes e íntegros.

Brisna Bustamante
     CVCLAVOZ

viernes, 26 de junio de 2015

Fe en acción

 
Un relato en el Expositor Bíblico, cuenta que hace muchos años, estando predicando en una aldea a mucha distancia de la estación de la misión, un misionero habló a sus oyentes de la fidelidad de Dios en sus respuestas a la oración.
En aquella  aldea vivía una niña huérfana que se hallaba en un estado de indigencia total y no podía esperar más que la esclavitud en el futuro.La pequeña había oído que en la estación de la misión había una escuela en la cual cierto número de chicas habían hallado cobijo y cuidados. Así que pidió al misionero que se la llevara con él.
Aunque conmovido por la situación de la niña, el misionero se vio obligado a negarse a su petición. Le dijo que el dinero del que disponían al presente no bastaba para cuidar a las chicas que tenían ahora, y que le era imposible llevársela, a menos que llegara más dinero.

           - Pero ora para que el Señor nos envíe algo de dinero – le dijo- Y yo oraré también. Quizás Dios en alguna forma hará posible que te demos un lugar.Cuando regresó a su casa el misionero halló una carta, recibida en su ausencia, con un cheque cuantioso incluido, totalmente inesperado. Recordando su promesa a la niña, envió mensajeros inmediatamente para que la trajeran a la estación.
 Y aunque había un día largo de viaje, al medio día ya estaban de vuelta con la pequeña. Asombrado el misionero, les pidió una explicación. Los mensajeros le dijeron que la habían encontrado  a unas pocas millas de la estación y la niña les explicó:

          - Usted dijo que Dios contestaría, y como los dos habíamos orado, pensé que ya podía ponerme en camino.Es este tipo de fe la que necesitamos practicar todos, esa que cree en que Dios responde y se pone en acción.
En muchas oportunidades nos sentamos a esperar que Dios responda pero sin hacer nada. Creemos que Dios puede sanar, proveer para las necesidades, que puede resolver conflictos, que es Todo Poderoso pero permanecemos sumergidos en nuestros temores y ansiedades en lugar de creer en sus promesas y descansar en Él.
Dios ya conoce nuestras necesidades antes de que se las hagamos conocer en oración y tiene la respuesta exacta para lo que necesitas, pero debes creer, debes confiar y ponerte en acción.
“Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”. Mateo 21:22 (RVR1960)
Todos necesitamos de una fe como la de esta niña para poder ver la mano de Dios obrando a nuestro favor. Cuando realmente confiamos en  que Dios responderá nuestra oración no nos sentamos solamente a esperar, sino que nuestras acciones demuestran que creemos que la respuesta está en camino.
¡Pon tu fe en acción y prepárate para ver las grandes cosas que Dios tiene para ti! 


 Ana María Frege Issa
        CVCLAVOZ

jueves, 25 de junio de 2015

Mi Estandarte

 
Las batallas medievales eran guerras libradas más que todo en el periodo de la edad media en el continente Europeo. Las fuerzas militares estaban comandadas por caballeros y divididas en tres tipos de grupos: Infantería, caballería y artillería. Recordemos que estos grupos no contaban con armas de fuego o con vehículos, solo con la fuerza de sus hombres luchando coordinadamente, de acuerdo a las órdenes de sus estrategas. 
Entre estos grupos existían dos que jugaban un papel importante, aunque no tenían las armas con las que contaban el resto de sus compañeros: El abanderado y quien llevaba el tambor de guerra. El objetivo de ambos era animar a todos los soldados a avanzar adelante, aun sabiendo que quizás no saldrían vivos de la batalla.
El tambor de guerra le daba ánimo y marcaba el paso de la marcha de todo el ejército, el abanderado mantenía flameando el estandarte, símbolo de la nación o la causa por la que se luchaba. Siempre estaba adelante y su objetivo principal era mantenerla ondeando hasta llegar a colocarla en la parte más alta del lugar de conquista o del campo enemigo.
Ver la bandera que representa a la causa por la que se había luchado flameando en la cima de un castillo conquistado, era algo indescriptible. Era el símbolo que mostraba al mundo un logro hecho por un ejército, era el regalo al esfuerzo, era el premio de una conquista y también la muestra de que todos los que murieron, no lo hicieron en vano.
Cuando a Moisés le tocó pelear contra los amalecitas, envió a Josué a escoger algunos hombres y él se iría al monte a orar a Dios por su victoria junto a Aarón y Hur. Subió allí y cuando oraba con manos levantadas Israel dominaba, pero cuando las bajaba, los Amalecitas dominaban. Viendo esto Moisés se sentó porque estaba agotado y para que no bajara los brazos, Aarón y Hur le sostuvieron los brazos hasta el anochecer y Josué terminó venciendo al ejército enemigo.           
En aquel lugar Moisés hizo un altar al que puso por nombre “El Señor es mi bandera.” Éxodo 17:8-16. Versión Dios Habla Hoy.
Los israelitas vencieron porque Dios se levantó en medio de ellos dándoles fuerzas para luchar y dominar a su enemigo. ¡El Señor era su bandera!
Cuando luchamos contra un adversario, ¿cuál es el estandarte que levantamos?; el poder de nuestra sabiduría, la suficiencia de nuestra economía, el vigor de nuestra salud, la lógica de unos buenos consejos, la fortaleza de nuestra experiencia, la estrategia de nuestra profesión o educación, etc. Ninguna de esas banderas es suficiente.
Una vez más, recordemos que solo es Dios quien puede ayudarnos. Levantemos el estandarte de nuestro Señor en el campo de batalla para obtener la victoria que esperamos.
Levantemos la bandera de la santidad, de la oración, de fidelidad, de amor y de gratitud, en medio de la batalla por tu familia, por tu matrimonio, por tus hijos, por tu economía, por tu salud, por tu ministerio.   
Salmos 20:5 “Celebraremos así tu victoria, y levantaremos banderas en el nombre del Dios nuestro. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones!”
Héctor Colque
    CVCLAVOZ

miércoles, 24 de junio de 2015

Suelta la cuerda


 
Cierto predicador, contaba acerca de un viajero que fue asaltado por bandidos en un camino solitario, le quitaron todo cuanto llevaba y lo condujeron a las profundidades de la selva oscura. Allí ataron una cuerda a una rama de un gran árbol e hicieron que el hombre se aferrara a la punta de la misma. Le dieron un impulso que lo hizo balancearse en la negrura del espacio, y le dijeron que estaba colgando sobre un profundo precipicio, que en el momento  que soltara la cuerda se destrozaría contra las rocas del fondo, y se fueron.
El viajero se llenó de temor y se aferró desesperadamente de la punta de la cuerda, pero al cabo de un buen rato sus manos ya no podían resistir más y creyó que había llegado su fin. Sus dedos, acalambrados, soltaron la cuerda y cayó, pero sólo a un metro del suelo; sus pies encontraron, no un abismo, sino tierra firme por la que pudo andar. Había sido una trampa de los ladrones para darles tiempo a escapar.
Muchas veces aprendemos las promesas de Dios, la creemos,  decimos que nos apropiamos de ellas, pero sólo las usamos como un paliativo para nuestro temor, para calmar la ansiedad que nos produce el problema que enfrentamos, pero no somos capaces de confiar en Aquel que nos las dio y no nos permitimos descansar en Él.
Sabemos que Dios es nuestro Refugio, Amparo, Fortaleza, nuestra Roca, el Juez Justo, nuestro Proveedor, Sanador, Salvador, quien pelea por nosotros y tantas cosas más pero aun cuando hablamos de la vida eterna y la promesa que nos hizo, nos aferramos a la vida y sus afanes como el hombre de la historia lo hacía a su cuerda.
Aunque en ocasiones nuestra parte racional nos impide soltarnos de la cuerda y creemos más en lo que nos dicen los ladrones de nuestra paz que en las promesas de Aquel que nos ama y quiere nuestro bien; lo cierto es que un día, todos soltaremos la cuerda a la que nos estamos aferrando y entonces experimentaremos vívidamente las promesas de Dios. Cuando nuestras fuerzas nos abandonan es el momento en el que permitimos que Dios nos sostenga y haga el milagro. En realidad, no se trata de conocer las promesas que tenemos en la Biblia, sino de vivirlas de forma práctica y dejar que Dios obre.
“Dios no es un hombre, por lo tanto, no miente. Él no es humano, por lo tanto, no cambia de parecer. ¿Acaso alguna vez habló sin actuar? ¿Alguna vez prometió sin cumplir?” Números 23:19 (NTV)
Si Dios prometió algo, así lo hará porque Él no miente ni cambia de parecer. No permitas que las circunstancias y las personas te llenen de temor e inseguridad, suéltate de la cuerda a la que estás aferrado y deja que los brazos de Dios te sostengan, disfruta de la paz que Él te prometió, permite que sus bendiciones llenen tu vida.
Cuando sueltes la cuerda, serás capaz de experimentar cada una de aquellas promesas que hasta hoy has venido repitiendo sin ser capaz de vivirlas y serás testigo del poder, el amor y la misericordia de Dios.
Ana María Frege Issa
       CVCLAVOZ

martes, 23 de junio de 2015

No es culpa de Dios

 
Recordando las historias pasadas, por ejemplo la de Noé donde la incredulidad era tan grande y todos estaban tan involucrados en el pecado, vemos que Dios mandó un diluvio para destruir la tierra; sin embargo, mientras se construía el arca Él le dio a la gente la oportunidad de cambiar de decisión, pero no lo hicieron. De igual forma pasó con Sodoma y Gomorra, las personas estuvieron perdidas en los pecados de la carne y también hicieron que Dios tomara la decisión de destruir esas ciudades con fuego. Muchos se pueden preguntar ¿dónde está ese Dios bueno y misericordioso?
Debemos darnos cuenta de que todo lo que hoy sucede en el mundo, así como lo que ocurría hace años, no es culpa de Dios; esto se debe a la desobediencia, al hecho de tener la oportunidad de conocer acerca de nuestro Padre y rechazarlo como Salvador.
Así como hace tantos años Dios dio la oportunidad a la humanidad para arrepentirse y salvarse, ahora es más grande esta dádiva pues sólo necesitamos aceptar a Jesucristo como Salvador y caminar de acuerdo a lo que dice su Palabra. Tenemos esa opción, aprovechemos este tiempo de gracia que nos regala.
Los tiempos finales se acercan, aun tienes ese libre albedrío para decidir qué camino seguir y a quién creer. Si tomaste la decisión de seguir a Cristo es una gran alegría, pero si estás decido a seguir tu vida sin Él, no culpes a Dios por esa decisión y por lo que a la larga pueda ocurrir.
“cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros). Por lo cual asimismo oramos siempre por vosotros, para que nuestro Dios os tenga por dignos de su llamamiento, y cumpla todo propósito de bondad y toda obra de fe con su poder, para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.” 2 Tesalonicenses 1:10-12 (RVR1960)
Hoy es el día en que debes decidirte por seguir a Jesucristo, pues a pesar de las pruebas y problemas, Él estará contigo y su galardón por la eternidad. Ésta es tú decisión.

Telma Céspedes
     CVCLAVOZ

sábado, 20 de junio de 2015

Mi identidad

 
Ustedes ya son hijos. Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Abba! ¡Padre!» Así que ya no eres esclavo sino hijo; y como eres hijo, Dios te ha hecho también heredero. Gálatas 4:6-7 (NVI)
Todos portamos un documento de identidad en el que  se encuentran datos importantes que nos sirven para identificarnos ante cualquier autoridad  o institución. Aunque éste  no dice quiénes somos realmente, nuestra personalidad, gustos, principios y demás; sólo da información básica.
La identidad es un conjunto de caracteres o circunstancias que hacen que alguien o algo sea reconocido, sin posibilidad de confusión con otro. En Cristo nuestra identidad pasada ha cambiado y ha sido transformada para ser un hijo de Dios. Pasamos de ser esclavos a ser redimidos, justificados y santificados por la gracia de Dios, así nuestro destino eterno ha cambiado de rumbo.
Ahora, los privilegios de ser hijo de Dios implica también deberes que tienenque ser practicados, tales como: ser sal y luz “Vosotros sois la sal de la tierra,…Vosotros sois la luz del mundo” Mateo 5:13-14 dar fruto”Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” Juan 15:5 cuidar el cuerpo íntegramente ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? 1 Corintios 3:16 ser embajadores de Cristo“ Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.” 2 Corintios 5:17-20 ser buenos colaboradores de su Reino “Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios.” 2 Corintios 6:1
Mi identidad no sólo me da derecho a las promesas de mi Padre sino también a un comportamiento digno de mi Redentor.
Dios no nos adoptó como hijos por lo que hubiéramos podido hacer o por la profesión que conseguimos o los logros, o lo magnífico que somos; simplemente fue por su gracia maravillosa que solo ve corazones necesitados de salvación.
¡Nuestra identidad es algo muy valioso, si no sabemos quiénes somos, entonces no sabremos a dónde vamos!
“y nos identificó como suyos al poner al Espíritu Santo en nuestro corazón como un anticipo que garantiza todo lo que él nos prometió.” 2 Corintios 1:22 NTV.
Soraida Fuentes
     CVCLAVOZ

viernes, 19 de junio de 2015

Una nueva manera de vivir


 
Así como la levadura impregna toda la masa, así el pecado destruye por completo una vida, es el causante de destruir la comunión e intimidad con nuestro Creador, razón por la cual uno ya no tiene deseos de orar, de leer la biblia ni de ir a la iglesia, desplazando a Dios del primer lugar que sólo a Él le pertenece.
Se endurece tanto el corazón, que uno deja de ser sensible a su voz y a la guía del Espíritu Santo, porque sólo vive satisfaciendo los deseos de la carne que son:  adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías y cosas semejantes a estas. Pero no debemos olvidar que la Biblia dice que quienes practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Gálatas 5:21 (RVR1960)
A pesar de que todos los días somos propensos a pecar necesitamos recordar que ya no somos las mismas personas y que no podemos seguir viviendo de la misma manera, porque Cristo vive en nosotros y cada vez que cedemos a la tentación, no sólo damos un mal testimonio sino que también contristamos al Espíritu Santo a quien le impedimos obrar libremente en nosotros.
En Efesios 4:22-24 tenemos la siguiente recomendación: “Desháganse de su vieja naturaleza pecaminosa y de su antigua manera de vivir, que está corrompida por la sensualidad y el engaño. En cambio, dejen que el Espíritu les renueve los pensamientos y las actitudes. Pónganse la nueva naturaleza, creada para ser a la semejanza de Dios, quien es verdaderamente justo y santo”.
Todos los días necesitamos pedirle al Espíritu Santo que nos ayude y nos de la convicción de los pecados que cometemos, para que ese mismo momento nos arrepintamos de nuestro mal proceder y le pidamos perdón a Dios, comprometiéndonos a no volver a hacerlos. Sólo siendo guiados por Él y obedeciéndolo es que podremos agradar a Dios, amar a los demás, estar siempre alegres y vivir en paz con todos; ser pacientes y amables, confiar en nuestro Padre Celestial, ser humildes y saber controlar nuestros malos deseos.
Si vivimos pensando en todo lo malo que nuestros cuerpos desean, quedaremos separados de Dios porque sin santidad nadie podrá verlo.
Brisna Bustamante
      CVCLAVOZ

martes, 16 de junio de 2015

"Yo puedo solo"


 
“Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera.” 2 Corintios 12:7 (RVR-1960)
Este pasaje nos habla de que nosotros no somos perfectos, que así como somos susceptibles al pecado y tenemos debilidades, esas molestias en nuestra vida que hacen que los problemas se nos hagan más difíciles de resolver, que nos sintamos impotentes, frustrados, etc.
El propósito por el cual tenemos esas debilidades es para no enaltecernos o que el orgullo se apodere de nosotros. Cuando el mundo nos alaba, felicita o aplaude, nuestro ego comienza a crecer y sentimos que cada vez estamos más lejos del piso. Creemos que no necesitamos de nada, ni de nadie. La Biblia dice que Dios mira al altivo de lejos, así que nuestras debilidades son útiles para mantenernos sencillos, para reconocer que somos polvo y que sin Dios no somos nadie, para mantenernos más humildes y más cerca de nuestra Padre.
Cuando reconocemos que no tenemos el control de todo y que varias cosas escapan de nuestras manos es donde comenzamos a depender de Dios y darle la gloria a Él y no a nuestros logros.
“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.” 2 Corintios 12:9-10 (RVR-1960)
En la debilidad podemos sentirnos más fuertes porque dejamos de hacer las cosas en nuestras fuerzas y comenzamos a hacer las cosas con su fuerza, con el poder de Dios, con la fe. El Señor utiliza nuestra debilidad para mostrarse al mundo, para demostrar que a través de personas imperfectas puede mostrar su perfección.
Hoy te animo a darle gloria a Dios por tus debilidades y falencias, reconócelas y entrégaselas, con ellas Dios puede hacer grandes cosas.
Telma Céspedes
     CVCLAVOZ