jueves, 27 de marzo de 2014

TODO TIENE UN PROPÓSITO


 
Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito. Romanos 8:28 (Versión DHH)
Un mañana Carlos se despertó muy temprano y, como siempre lo hacía, oró a Dios una plegaria que decía: “Señor úsame para tus propósitos, quiero ser instrumento tuyo y ayúdame a sanar mi corazón de la enfermedad que tengo”. Él sufría de insuficiencia cardíaca severa.
Después de  prepararse y desayunar, salió de su casa rumbo al trabajo en su vehículo, pero en el camino un muchacho imprudente salió a toda prisa por otra calle impactando contra el auto de Carlos, ambos salieron ilesos pero los autos quedar destrozados. Tras una discusión callejera y la  muchedumbre que se amontonaba, llegó la policía para tratar de arreglar la situación pero por la gravedad del asunto los dos fueron llevados a la comisaría para prestar declaraciones.
Ninguno aceptaba su culpa y decidieron llevar el caso ante un juzgado. Una vez allí el muchacho reunió suficiente evidencia como para terminar culpando a Carlos de lo sucedido y el juez, terminó fallando en su contra obligándolo a pagar daños, perjuicios y el arreglo de su auto.
El muchacho cobró una suma de dinero elevada que repartió entre sus familiares, algunos se fueron de compras, otros hicieron una fiesta invitando a tus amigos; en resumidas cuentas todos despilfarraron el dinero, pero entre sus parientes estaba la pequeña Mildred quien tomo una parte del dinero y se fue por la calle. Al pasar por un bazar vio un libro grande de bordes dorados y tapas de cuero, encantada por el hermoso aspecto que tenía decidió comprar ese enorme libro con puras letras y ningún dibujo. Se trataba de una Biblia de estudio.
La niña comenzó a leer poco a poco y aunque al principio no entendía nada, con el tiempo fue buscando ayuda y entendió cuál era el plan de Dios para su vida. Comenzó a orar pidiendo que Él la ayudara a encontrar su voluntad y como respuesta a su petición encontró una iglesia donde comenzó a conocer más del sacrificio de Jesús y  terminó entregándole su vida a Él.
Pasó el tiempo y, uno a uno, sus parientes empezaron a asistir a la iglesia, poco a poco cada uno fue comprendiendo el plan de Dios en sus vidas, incluyendo el muchacho imprudente que era su hermano mayor. La jovencita se convirtió en una mujer temerosa de Dios que oraba todas las mañanas diciendo: “Señor úsame para tus propósitos”.
Después de un tiempo Mildred enfermó, su cuerpo padecía un mal que los doctores no podían sanar. Todos en su familia comenzaron a orar pidiendo por su sanidad, pero ella aceptó la situación y cuando alguno de sus parientes o doctores le hablaba tratando de consolarla, ella respondía muy animada: “Es decisión de Dios sanarme o no, igual yo lo glorificaría con todo mi ser cualquiera sea su voluntad.” Su sonrisa terminaba dando más esperanza a la gente que le rodeaba.
Una mañana ella pensó en alegrarle la vida a otra persona, si su cuerpo dejaba de vivir no había razón para no donar alguno de sus órganos a quien lo necesitara. Los parientes de ella se opusieron en un principio, pero luego decidieron respetar el último deseo de Mildred.
Carlos, quien hace mucho había perdido un juicio por un accidente que no provocó, recibió una llamada anunciando que habían encontrado un donante de corazón, de inmediato se fue a la clínica y fue operado con éxito y su cuerpo aceptó el nuevo órgano satisfactoriamente.
Carlos hoy en día da gracias a Dios por haberlo ayudado, pero en el cielo hay un coro de ángeles que aplaude de pie la perseverancia de este varón que no dejó de tener fe más allá de las circunstancias que lo rodeaban, sabiendo que todas las cosas ayudan a bien a los que aman a Dios.

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