martes, 13 de junio de 2023

Levántate y camina

 


Levántate y camina

A veces pareciera que la fe se nos ha quedado congelada y no sabemos qué hacer. Y no sabiendo qué hacer, nos quedamos esperando que algo suceda que nos reanime y nos lleve junto a Jesús. Hoy el Evangelio vemos a alguien que se encuentra en la situación opuesta. El paralítico no podía moverse, pero él y sus amigos tenían una fe bien viva y activa. Su fe era de hecho tan dinámica que les movió a tomar medidas drásticas para trasladar a su amigo por las calles de Cafarnaúm hasta llegar a la casa donde estaba Jesús. 

Su fe les ayudó a superar la timidez que tal vez sintieron al ver que tendrían que abrirse paso a través de un grupo grande de fariseos y maestros que habían venido de todas partes para escuchar a Jesús. Su fe no les dejó desalentarse ni desistir de su empeño cuando vieron que no había lugar para nadie más en la casa. Más bien, esa fe les inspiró a buscar una solución extrema: subir a su amigo a la azotea y descolgarlo justo delante de Jesús.

 ¡Así lo hicieron, porque así actúa la fe! La escena del paralítico y sus amigos nos enseñan que la fe no es pasiva. ¡Todo lo contrario! ¡Qué gran lección para todos los que nos consideramos cristianos! En este tiempo de adviento se nos llama a una espera activa, pues en nuestro caminar, al igual que los amigos del relato, también encontraremos situaciones complejas, resistencias más o menos grandes, que estamos llamados a superar con fe y astucia para que se obre el milagro de Dios.

En esta segunda semana de adviento, llamados a ser portadores de esperanza, nos podemos preguntar ¿sería capaz de ayudar a «ese paralítico» que necesita de mi amistad comprometida e ingeniosa? ¿Tengo tanta fe?

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