viernes, 13 de noviembre de 2020

JESUS FORTACELE MI FE

 


JESUS FORTALECE MI FE:

AYUDA MI FE, LO NECESITO!
¡Dios mío creo en ti, ayuda mi incredulidad!
Un padre angustiado había buscado sin éxito la curación de su hijo endemoniado y se le acercó a los discípulos de Jesús para pedirles que sanaran a su hijo.
A todos los discípulos de Cristo se les había dado el poder y la autoridad para sanar a los enfermos y expulsar demonios, pero cuando intentaron sanar al hijo de este hombre, fracasaron miserablemente. No solo cuestionaron el poder de Dios para sanar en su propio corazón vacilante, sino que socavaron la fe de este hombre angustiado, lo que le hizo dudar de la capacidad de Cristo para sanar.
Hay circunstancias en la vida que nos socavan nuestra fe, y seguimos diciendo que creemos, pero la duda invade nuestro interior y nos desmorona como un edificio viejo que se va cayendo por pedazos. Se escucha fuerte, pero más de uno va a estar de acuerdo conmigo porque es la verdad.
Cuando esto sucedió, el hombre se le acercó y le dijo:
—Mi hijo tiene un espíritu que le impide hablar. Dondequiera que se apodera de él, tiene convulsiones; lo arroja al suelo; echa espuma por la boca, rechina los dientes y se pone rígido. Así que les pedí a tus discípulos que lo expulsaran, pero no pudieron.
Jesús le preguntó al papá:
—¿Cuánto tiempo ha estado así?
Él le respondió:
—Ha estado así desde que era niño. Muchas veces lo ha tirado al fuego o al agua para matarlo. Por favor, si puedes hacer algo, ten compasión de nosotros y ayúdanos.
Jesús le dijo:
—No digas: "Si puedes hacer algo", todo es posible para el que cree.
Por favor, lee eso otra vez: No digas: "Si puedes hacer algo".
Necesitamos orar creyendo, no solo de labios, sino de corazón. No tenemos que entenderlo, no tenemos que explicarlo, solo tenemos que pedir creyendo que Cristo es poderoso para hacerlo.
El papá del joven le respondió en forma humilde:
—¡Creo! ¡Ayuda mi incredulidad!
En mis momentos más débiles, me sincero con Dios, pues ¿qué he de esconderle al Señor Omnisciente? Si mi fe se apaga, se lo digo de corazón. Si me siento triste, se lo digo de corazón. Si me siento perdido, se lo digo sin aparentar nada, pero sin faltarle el respeto, pues ¿qué puedo yo reclamar a quien me ha dado todo lo que tengo y todo lo que soy?
Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre y su habilidad para sanar a los quebrantados de corazón; echar fuera demonios; liberar al cautivo; sanar al enfermo nunca ha disminuido con el tiempo. Porque, como nos recuerda Jeremías, "nada es demasiado difícil para ti".


Pastor Pablo Caballero

No hay comentarios:

Publicar un comentario