domingo, 5 de octubre de 2014

Tienes que entregárselo


Un psicólogo en una sesión grupal levantó un vaso de agua, todo el mundo esperaba la típica pregunta: ¿Está medio lleno o medio vacío? Sin embargo, preguntó:
- ¿Cuánto pesa este vaso?...Las respuestas fueron variadas, pero la mayoría dijo que entre 200 y 250 gramos.
El psicólogo respondió: “El peso absoluto no es importante, depende de cuánto tiempo lo sostengo”.
Si lo sostengo 1 minuto, no es problema, si lo sostengo una hora, me dolerá el brazo, si lo sostengo 1 día, mi brazo se entumecerá y paralizará.
“El peso del vaso no cambia, pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado, más difícil de soportar se vuelve.”
Y continuó: “Las preocupaciones son como el vaso de agua:
Si piensas en ellas un rato, no pasa nada.
Si piensas un poco más empiezan a doler y si piensas en ellas todo el día, acabas sintiéndote paralizado, incapaz de hacer nada.”
Al igual que esta ilustración nuestros problemas, nuestras angustias, las pruebas y demás afanes, pueden desgastarnos física, mental y emocionalmente hasta el punto que ya no soportemos más y lleguemos a buscar soluciones equivocadas.
Y conociendo Dios de nuestras debilidades, como nos ama tanto y anhela nuestro bienestar; nos da un consejo muy práctico cuando estemos pasando por estas situaciones. Se encuentra en Filipenses 4:6-7 (RVR 1960) “Por nada estés afanoso sino sean conocidas tus peticiones delante de Dios en toda oración y ruego con acción de gracias. Y su paz, que sobrepasa todo entendimiento, guardará tu corazón y tus pensamientos en Cristo Jesús”.
No permitamos que la desesperación y la inquietud perturben nuestras vidas, si tenemos una salida efectiva, una promesa de parte de Dios, entonces, para qué aferrarnos a la preocupación. Es importante buscar las estrategias para saber cómo afrontarlas pero evitemos castigarnos con el dolor.
Recuerda: Dios está dispuesto a ayudarte, quiere darte esa paz que sólo él tiene y que es exclusivamente para ti, porque nadie más que el Señor conoce cuánto es tu sufrimiento y tu angustia y sabe que su paz es como un aliento para seguir adelante; por eso en 1 Pedro 5:7  vuelve a decir:
“Echad toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.”
Dios cuida de ti, no olvides entregarle tus preocupaciones, Él está pronto para auxiliarte y darte una solución a cada una de ellas.


 Claudia Carvajal
     CVCLAVOZ

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