martes, 28 de enero de 2014

VIVIR SIN MIEDO



¿Es posible vivir sin miedo? ¿Existe una fórmula para evitarlo? Y que de llegada de una enfermedad terminal.  El anuncio de una separación matrimonial. Una muerte repentina de un ser querido. Un despido injusto o vengativo. La vergüenza por un rechazo o reclamo público o la persecución por defender la fe o un ideal. ¿Qué puedo hacer ante estos sucesos donde no tengo control sobre ellos?
El miedo es una de las sensaciones más sofocantes y desgastadores que podemos experimentar en la vida terrenal.  Es una tensión extrema que internamente genera un desbalance que nos desenfoca externamente.  En muchas ocasiones nos hace vulnerables a lo desconocido e indefensos emocionalmente a lo que viene en camino.  Es una ansiedad descontrolada al no saber cómo enfrentar aquello que no esperábamos o que fue anunciado pero jamás pensamos que pudiera suceder.  Incluso merece mencionar que es muy alta la contaminación mental producto de nuestra imaginación y pensamientos.
¿Quién no lo ha padecido? El miedo es un proceso que enferma y daña permanentemente si descuidamos conocer su origen y lo que puede hacerle a nuestra vida total.  Más desafiante es mantener la calma y esperanza mientras logramos combatirlo. ¿Cuál sería el método o recomendación médica, terapéutica y bíblica para resolver este conflicto emocional.
Revisando la opinión de algunos expertos en el tema sobre el miedo, hallé el libro “La puerta está abierta” escrito por la consejera Lis Milland.  Es muy interesante la conclusión de una profesional en la conducta humana, que ha atendido en 10 años unos 5,000 casos de personas con grandes dificultades para manejar sus inseguridades y temores.  La doctora en consejería  Milland expresa en su literatura lo siguiente: “Hasta que no descubras tu verdadera identidad, tu vida no tendrá significado porque es precisamente la identidad la fuente de donde procede el sentido de relevancia y propósito que afirma y define nuestra existencia.  Nunca debes olvidar lo que Dios dice de ti, y sus promesas para fortalecerte en el desarrollo de la vida.  Debemos intencionalmente conocer el carácter divino y lo que provee su voluntad”.
Para terminar la edición de hoy sería conveniente repasar lo que la Palabra de Dios declara a favor nuestro en 2da Timoteo 1:7 Porque el Espíritu de Dios no nos hace cobardes. Al contrario, nos da poder para amar a los demás, y nos fortalece para que podamos vivir una buena vida cristiana.
(TLA) CVCLAVOZ

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