lunes, 18 de enero de 2021

DIOS TIENE UN LLAMADO EN TU VIDA...

 


DIOS TIENE UN LLAMADO EN TU VIDA...


Estoy aquí para decirte que cuando Dios tiene un llamado divino en tu vida, Él se involucra en la situación y resuelve tus problemas y esta contigo cada paso del camino. Nunca te deja solo.

Es más, antes de tú llegar, ya Él llegó. Antes de tú pasar por el camino, ya el pasó y limpio el terreno para que tu visión sea amplia, grande, sin arbusto que estorben el tú ver la tierra prometida antes de poseerla.

En Lucas 5, la Biblia dice que había tanta gente interesada en lo que Jesús estaba diciendo que presionaron contra él hasta empujarlo a la orilla del agua. Pero Jesús no dejó de predicar, lo que hizo fue que vio una oportunidad no solo de salvar a las almas de las personas que lo presionaban, sino también de salvar a Simon Pedro de no perder su llamado.

Dias anteriores, Jesús había llamado a Simon Pedro a seguirlo y él lo había hecho. Pero luego volvió a sus negocios, volvió a la pesca. Jesús estaba a punto de repetirle el llamado. De darle una nueva oportunidad. Pero antes de hacerlo, necesitaba enseñarle algo. Muchas veces antes de Jesús poder hacer la obra en nuestras vidas, necesita enseñarnos algo, no para que suframos sino para que confiemos tranquilamente en él.

Le pidió a Simon Pedro que le prestara su barca, luego entró en la barca y se quedo a la orilla y le ministro a la multitud. Pudo haber elegido otra barca, pero tenía una misión divina para la vida de Simon Pedro. Todo lo que Dios hace en tu vida tiene propósito, nada es por casualidad.

Cuando Jesús tiene una misión divina para ti, él te elige a ti, él te busca en tu barca, en tu casa, en tu trabajo. De día y de noche tú sientes ese fuego arder en tu corazón y no hay lugar donde te puedas esconder de su presencia.

Ese es el Señor al que servimos, un Dios vivo, un Dios de acción, un Dios que te provoca a moverte en fe.

Cuando terminó de predicar a la multitud, se volteo a Simon Pedro y le dijo, Pedro es hora de profundizar, es hora de ir mar adentro. Le dio una orden: Boga mar adentro.

Y Simon Pedro le dice a Jesús: "hemos trabajado toda la noche y no hemos pescado nada".

¿Acaso Jesús le pregunto si había pescado algo? Mientras Jesús predicaba a las personas en la orilla, Simon Pedro estaba ahí. Quizás estaba limpiando las redes, pero de que estaba ahí, estaba ahí. Pero Simon Pedro no entendió el mensaje, porque hay mensajes que en la orilla no se entiende. Hay gente que hasta que no están con el agua hasta el cuello, no entiende.

Al decirle a Pedro "boga mar adentro", es como si Jesús le dijera: boga mar adentro que tú todavía no lo sabes pero lo que yo te quiero mostrar, no se muestra en la orilla.

Si en algún momento te sientes afligido, no lo veas como una derrota, míralo como una oportunidad de creer más en Dios, de entender mejor lo que Jesús esta hablando a tu corazón, de ver la revelación del Señor manifestada delante de tus ojos.

Por la mente de Simon Pedro solo estaba pasando en que tenia una familia que mantener, deudas que pagar. Cuando Jesús le habla, él piensa que Jesús lo quiere ayudar a pescar. Pobre, era todo lo contrario, Jesús venia a cambiar su vida por completo. Venia a destruirle el negocio de una vez y para siempre y llevarlo a otra dimensión.

Tengo algo que decirte. En la orilla, en aguas poco profundas, tú estas familiarizado como son las cosas. En aguas poco profundas tú eres experto. Y ahí te sientes seguro. Pero el ministerio siempre se ha tratado de movernos en fe. De creer que la mano poderosa de Dios esta con nosotros. El ministerio siempre se ha tratado de buscar la pesca grande. De nunca conformarnos con pececillos, sino de buscar los peces grandes, las victorias grandes. El día que el ministerio deja de ser un desafío, ya no es ministerio y solo es un trabajo más.

En aguas poco profundas, sabemos esperar, sabemos conformarnos, saber tener más de la misma rutina, pero Jesús te dice es hora de profundizar.

Algunos de nosotros hemos estado lidiando con los mismo peces por mucho tiempo. Es hora de cambiar de ambiente. Y no hablo solo de un edificio, hablo de nuestra visión. De nuestra manera de ver la vida, de ver el ministerio, de nuestro propósito de estar en este mundo, de ver nuestro gozo, nuestra felicidad.

Sabes, se nos ha olvidado que nosotros no fuimos llamados para ser gente de orilla. La multitud es gente de orilla. Nosotros no fuimos llamados para ser conformistas, para vivir por vivir. Nosotros fuimos llamados por el Rey de reyes para moverle el piso a los hombres. Para que sientan el poder de Dios estremeciendo sus vidas.

Nosotros somos hombres y mujeres de aguas profundas. Donde más se mueven los dones que están en operación en nuestras vidas es precisamente en aguas profundas, no en una simple orilla.

Entre más grande es el barco, más lejos tiene que estar de la orilla porque si se acerca mucho a la orilla se encalla, porque barco grande fue diseñado a cruzar los océanos que los barcos pequeños nunca cruzaran. Tu fuiste investido de la unción de Dios para cruzar océanos. Dios te dio vida y te la dio en abundancia. Dios llenó tu copa y ¿sabes hasta dónde la llenó? Hasta que rebosó, así es, hasta que se desbordó. Porque Dios no es de los que da poquito.

Y te preguntarás, ¿y para qué yo necesito un barco tan grande? Yo te puedo responder eso. Para cuando el aceite que Él tiene para ti comience a fluir de nuevo, esta vez no le vas a venir con la excusa de que se te acabaron las vasijas. Esta vez, le vas a decir, bendíceme Papá, bendíceme hasta que sobreabunde, bendice que tu hijo/a recibe.

Y termino con esto. Cuando estaban mar adentro, Jesús les ordenó que echaran las redes y en su nombre lo hicieron. ¡Bendito es Dios! Creo que no existe algo más impactante en este mundo que experimentar un milagro de Dios. Aquellos de nosotros que hemos tenido el privilegio de ver un milagro, de ver el poder de Dios en lo sobrenatural, sea una sanidad, sea ver como Dios suple en el momento preciso, sea ver la liberación de un alma atada y atormentada, sea ver un milagro creativo, donde de la nada el poder del Señor lo hace todo, hemos quedado impactados de por vida, son cosas que no se olvidan.

En el momento que la barca se desbordaba de tantos peces, fuera de la hora de pesca, todo lo que Pedro pensó fue en hacer más dinero y mando a llamar a los otros. Pero de momento, cayo en sí, y se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo. Jesús lo había hecho. Jesús no era un hombre más, era el mismo Dios entre nosotros. Y Pedro lo reconoció como Dios, cayo de rodillas y le dijo: Señor apártate de mí, soy hombre pecador.

Pedro reconoció que debido a sus pecados, él merecía nada. Si yo fuera a analizar mi vida, podría decir lo mismo, apártate de mi Jesús, tú eres santo y yo no lo soy.

Pero es por gracia, es por un favor inmerecido que somos escogidos por Dios para ser salvos y para servirle. Tu barca se mueve, no por tu poder. Tu ministerio fluye, no por tu poder. Tu vida prospera, no por tu poder. Hay uno que su nombre es el Exaltado de las Naciones, el Alfa y la Omega, el Rey de reyes y Señor de señores, él es quien hace todo posible en tu vida y tu ministerio. Él es quien te llama a ser pescador de hombres.

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