jueves, 26 de noviembre de 2015

El espejo abandonado

 
Hoy antes de salir a clases, trabajo o cualquier actividad cientos y cientos de personas estarán frente a un espejo poniéndose más bellas y guapos, viendo si la ropa que se pusieron les queda bien o no. En fin, este instrumento está presente en cada hogar y es muy usado, aunque más por las mujeres  que los varones.
Wikipedia menciona que los espejos como utensilios de tocador y objeto manual fueron muy usados en las civilizaciones egipcia, griega, etrusca y romana. Fue usado en la cultura hebrea, era parte de la fuente de metal que estaba a la entrada del Tabernáculo de la Reunión. Al lavarse los sacerdotes, podían ver sus imperfecciones (Éxodo 38:7-9; 30:18; escrito aproximadamente en el 1447 a. C).
Como hijos de Dios también tenemos un espejo que muchas veces está abandonado y no es usado como se debería: la Biblia; y sin duda un instrumento que revela y refleja nuestra condición real a los ojos de Dios.
La diferencia de verse ante un espejo y ante la Biblia es que la Palabra puede transformarnos por el gran Poder que tiene, y más aún cuando la recibimos con un corazón humilde; Hebreos 5:12-14 (NTV) dice: “Hace tanto que son creyentes que ya deberían estar enseñando a otros. En cambio, necesitan que alguien vuelva a enseñarles las cosas básicas de la palabra de Dios. Son como niños pequeños que necesitan leche y no pueden comer alimento sólido. Pues el que se alimenta de leche sigue siendo bebé y no sabe cómo hacer lo correcto. El alimento sólido es para los que son maduros, los que a fuerza de práctica están capacitados para distinguir entre lo bueno y lo malo.”
La madurez en la Palabra es una exigencia de Dios, que debe ser considerada como primordial. ¿Cuántas vidas han sido confrontadas y han sido transformadas por su poderoso mensaje? Millones y millones de personas y ¿tú eres una de ellas?
Si hemos abandonado nuestro espejo espiritual hagamos un compromiso de corazón para que cada día leamos, estudiemos y meditemos en sus enseñanzas, dejemos el conformismo y demos paso a la obra del Espíritu Santo por medio de la Palabra.
¡No abandonemos nuestro espejo espiritual!

Soraida Fuentes
    CVCLAVOZ

 

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