viernes, 18 de noviembre de 2016

La capacidad de disfrutar


“Hay un mal que he visto debajo del cielo, y muy común entre los hombres: El del hombre a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; pero Dios no le da facultad de disfrutar de ello, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad, y mal doloroso.” Eclesiastés 6:1-2.
En estos días leí una historia que me llamó mucho la atención. Relataba la vida de un hombre de Vermont, llamado Ronald Read, a quien solían ver caminando por las calles de la ciudad, siempre con un abrigo viejo, roto y desteñido. Este hombre trabajó muchos años limpiando en una gasolinera y luego realizó la misma tarea para una conocida e importante tienda de la ciudad. Los que conocían a este hombre decían que era capaz de dejar su precario auto a bastante distancia de los lugares a los que iba, solo para no tener que pagar el estacionamiento.
Desconcertaba a sus conocidos el hecho de ver a Ronald cada día leyendo un ejemplar del “Wall Street Journal”, ya que era notoria y evidente su pobreza, pero pensaron que se trataba de alguna manía relacionada con su edad.
Ronald falleció en Junio del 2014 a la edad de 92 años dejando una fortuna de 6 millones de dólares. Este dinero por indicación suya fue donado a la biblioteca y al hospital de su ciudad. Ni siquiera su propio hijo conocía acerca de la riqueza de Ronald, la cual había sido forjada por su increíble habilidad para operar en la compra y venta de acciones bursátiles.
Era millonario pero vivía como un pobre necesitado y aunque algunos llamarán a esta actitud como humildad, la realidad es que este hombre fue incapaz de disfrutar lo que fue el fruto de tanto esfuerzo y su extraordinaria habilidad para operar en la bolsa.
La Biblia nos enseña que no es bueno amontonar como lo hace el avaro que ama el dinero, no por lo que puede obtener con él, sino por el solo hecho de poseerlo.  ya que hace un dios de sus riquezas. En el caso opuesto encontramos a las personas que buscan llenar vacíos comprando todo lo que desean, sin embargo al poco tiempo continúan con el sentimiento de insatisfacción que no pudieron llenar con el consumismo.
Pero también es cierto que fuera de estos casos extremos a veces no sabemos o no nos permitimos disfrutar lo que Dios nos quiere dar. Por eso,  no depende tanto de cuanto tenemos sino del contentamiento que podemos lograr con nuestra vida y lo agradecido que estamos en cuanto a lo que Dios nos quiere dar.
Aunque la historia está enfocada en lo económico, su aplicación puede ser mucho mas amplia.
Existen personas que no pueden disfrutar del descanso, sienten culpa de tomar vacaciones o pasar un tiempo haciendo algo que realmente les gusta, o de comprarse algo que no es estrictamente necesario pero que le gustaría tener.
¡Que decir de aquellos que no pueden parar con sus ocupaciones para disfrutar un precioso y necesario tiempo de familia!. La realidad es que mucho podemos intentar por satisfacer nuestros deseos pero es Dios quien nos da la capacidad de disfrutar.
Pienso que nadie quieres ser el hombre del texto bíblico citado, ni tampoco el excéntrico Ronald de la historia, ambos tenían riquezas que no pudieron disfrutar y otros se terminaron beneficiando de ellas. Tenemos la enseñanza del apóstol Pablo que sabía contentarse en toda situación: “No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. (Filipenses 4:11)”.
Por lo tanto, creo que hoy es una gran oportunidad para ser agradecido con Dios por todas las bendiciones recibidas de su mano y también para pedir con toda humildad: Señor dame la capacidad para disfrutarlas.


 
                Daniel Zangaro
                   CVCLAVOZ    

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