
Lo mismo sucede con las heridas del corazón, la diferencia radica en que sólo Dios puede sanarlas. Es demasiado peligroso no darles la importancia que merecen o pensar que no influyen en otras áreas de nuestra vida, porque llegado el momento, podrían causar más dolor que el que se pudo evitar a tiempo.
No importa si fueron otras personas o tú mismo el causante de alguna herida en tu corazón, lo que ahora necesitas es dejar de ocultarla; más bien debes mostrársela y entregársela al Médico de médicos que es nuestro Padre Celestial. Permite que Él obre libremente en tu vida y quite todo el dolor, rencor, amargura, odio, venganza y resentimiento que te están consumiendo por dentro. Mientras más antes lo hagas, más rápido te recuperarás y te sentirás mejor.
El corazón alegra hermosea el rostro; mas por el dolor del corazón el espíritu se abate. Proverbios 15:13 (RVR1960)
Dios quiere ayudarte pero tú debes pedírselo y permitírselo. No dejes que pase más tiempo, hoy pídele que cure todas tus heridas, verás que esa sanidad no sólo se reflejará en tu mirar sino también en tu manera de pensar, hablar y reaccionar.
¡Cuando Dios sana tu corazón, tu vida cambia!
Brisna Bustamante
CVCLAVOZ
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