Un hombre que había adquirido muchas
riquezas, ya sea propiedades por herencia y también como fruto de su
trabajo, siempre se acordaba en sus oraciones por cada persona que
sufría de hambre o que no tenía un techo.
Su hijo siempre lo escuchaba haciendo
esa oración, rogando a Dios que supla la necesidad de esas personas que
estaban en necesidad. Hasta que su pequeño comenzó a pensar en todo lo
que veía en su padre y un día despejó su duda y le preguntó: Papá
siempre te escucho y veo orar por los pobre pero me pregunto, ¿será
posible que tú puedas ayudarlos con lo que tienes?
Este relato nos muestra claramente cómo a
veces nosotros rogamos, oramos y pedimos a Dios por otras personas y
llevamos mucho tiempo haciéndolo, ¿No será que tú eres el instrumento
que Dios está esperando usar para bendecir a esas personas? ¿Te lo has
preguntado?.
“Y si un hermano o una hermana están
desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de
vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las
cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?” Santiago
2.15-16 (RVR 1960)
Dios no nos puso en esta tierra para
vivir nuestra vida, ocuparnos de nosotros, de nuestra salvación y de
todo lo que nos incumbe nada más. Dios señala muchas veces en su Palabra
que lo que quiere de nosotros es un amor fraternal, un amor compartido.
El amor es dar y ver por la otra
persona, Dios actúa a través de su creación, nosotros somos sus hijos,
su creación y Él espera que seamos nosotros quienes obremos con amor,
que seamos esa bendición que muchos esperan. Ya sea para cubrir
necesidades económicas, para dar Palabra y consejos al que lo necesite,
un abrazo, que le brindes tu tiempo y tu cariño.
Estamos en esta tierra para amar, para
dar. Somos nosotros las manos, los ojos y el corazón de Dios, es por eso
que debemos ver a nuestro alrededor y no sólo limitarnos a observar o
sentir pena , debemos orar, ir, predicarles, darles lo que necesitan y
lo que esté en nuestras manos.
Eres tu el que puede hacer el cambio cuando oras por alguien.
“Porque no faltarán menesterosos en
medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu
mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra”. Deuteronomio
15:11 (RVR 1960)
Mientras oras tal vez no te diste cuenta que eres tú la respuesta que Dios está dando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario