
Todos conocemos la frase: “Es mejor dar que recibir”, pero ¿cuántos hemos experimentado ese sentimiento indescriptible al haber ayudado a alguien y haber logrado que sonría y sea feliz aunque sea por un momento? La satisfacción que uno siente no se compara con nada, pues no sólo se trata de dar cosas materiales sino de hacer todo con amor.
Hace un par de semanas atrás, hicimos un viaje con el grupo de misiones de mi iglesia, llevamos ropa y alimentos para compartir con varias familias de una pequeña comunidad de escasos recursos que se encuentra a 3 horas de la ciudad. No sólo nos divertimos jugando con los niños y adolescentes, sino que pudimos compartirles y enseñarles acerca de Jesús. Fue un hermoso tiempo, porque varios de ellos decidieron recibirlo como su único Señor y Salvador de sus vidas.
Ese viaje me enseñó dos cosas importantes: la primera es que se puede ser feliz con lo que se tiene; porque aunque ellos no tenían un parque, igual se divertían corriendo en el campo. En segundo lugar, que al darles un poco de mi tiempo y amor, Dios puso gozo y paz en mi corazón. Regresé con nuevas fuerzas y con la confianza de que Dios tiene un propósito con todo lo que permite que pasemos; Él usa personas y circunstancias para llevar a cabo sus planes.
Hoy, y todos los días, son una gran oportunidad para dar y recibir amor, no lo desaproveches.
No hay comentarios:
Publicar un comentario